La princesa de la isla de San Borondón tuvo que huir de su tierra cuando "un mosquito con muy mala espina atravesó los mares" y "picó a todo el que pudo". Llegó por mar, junto con su madre enferma, a nuestras costas. Alquilaron un piso y trabajó en el supermercado. El trabajo, el cuidado de su madre, las tareas del hogar... no tardaron en aparecer las ojeras. No tenía tiempo ni para buscar un príncipe. Hasta que un día, el príncipe llegó al supermercado. ¿Acabaron borrándose sus ojeras?
Aunque el tema no parezca muy original, sí lo es el hecho de que el autor vaya introduciendo en medio de la narración pequeñas estrofas rimadas a modo de apunte poético. Por ejemplo, en la caja del supermercado:
"Pi, pi, pi,
bolsitas por aquí;
pi, pi, pi,
besitos para ti."
Las ilustraciones de Elena Odriozola también tienen algo de poético. No están excesivamente cargadas de color. Aunque predomina el blanco, no da la sensación de que falte algo para rellenar la página.
¿La isla de San Borondón? Pero si eso está en Canarias. ¡Qué bueno! Hacía tiempo que no oía hablar de ella ;-)
ResponderEliminarUn saludo,
Tanakil.
Inevitablemente he sonreido al leer "La isla de San Borondón", me ha trasportado a mi infancia. A ver si me lo puedo leer.
ResponderEliminarUn saludo
Los niños del Taller de Imagen han realizado esta adaptación cinematográfica de La princesa ojerosa, es una animación en plastilina. Esperamos que os guste. Un abrazo
ResponderEliminarPara verla en YOUTUBE
http://www.youtube.com/watch?v=69bATN_zaxs