Un dragón está quemando el bosque de Villa Cornelia. Nadie lo ha visto directamente, pero todos están seguros. El alcalde, asustado por la ausencia de turismo que ha provocado, encarga el caso a la Gallina Cloti, que junto a su ayudante Matías Plun resolverá un misterio que aumenta al aparecer un barco de vela sin tripulación en el lago, un gallo escalador y musculitos, una patita asustada, y al visitar un pueblo semiabandonado.
Este es uno de los tres "misterios" que ha escrito Luisa Villar Liébana con los mismos protagonistas. Los otros son El misterio de los huevos de oro y El misterio de la momia locatis.
La ilustraciones de Emilio Urberuaga mejoran el texto, algo que no es ninguna novedad.
Me ha gustado, pero últimamente me ocurre que cuando leo un libro en el que aparecen animales me pregunto: ¿La historia cambiaría en algo si fuesen personas? ¿El hecho de que sean animales es aparentemente gratuito? Si respondo a la primera "no" y a la segunda "sí", siento que me ha defraudado un poco el libro (sea o no clásico).
No sé si será una ventolera mía o algo que permanecerá. Sólo sé que de momento me ocurre.
Yo creo que el planteamiento que se suele atribuir a Chéjov (según el cual, dicho de memoria, si en la obra sale un clavo es porque al final servirá para que se cuelgue el protagonista) es muy sensato. Vale la pena ir preguntándose si nuestros cambios y añadidos aportan algo al texto o no. Aunque solo sea para ir limpiando la pluma de forma regular, o quizá ahora habría que decir "desfragmentando el disco" o cualquier otra metáfora informática.
ResponderEliminarEspero que no se me entienda mal (y no lo digo por ti, Darabuc, que lo has cogido perfectamente).
ResponderEliminarA mí me encantan los libros de animales. Lo que me desagrada es que salgan animles que actún exclusivamente como personas, que no tengan ni un solo rasgo animal.
Si un zorro desayuna leche con galletas, va al colegio, juega al futbol, navega por internet... y no hace absolutamente nada de lo que haría un zorro, ¿por qué tiene que ser un zorro y no un niño?
Porque se supone que los niños se identifican más con un zorro que se comporta como un niño que con otro niño (?). En la literatura infantil, la humanización de objetos y animales engancha al lector (o escuchador). En cualquier caso, plantearse estas cuestiones es fundamental a la hora de crear un producto comercial o una obra de arte.
ResponderEliminarJuash, creo que he dicho obviedades.
Este blog se está convirtiendo en una pequeña guía de mesita de cabecera, jejeje. Gracias.
Además, cuando eliges un animal para una historia, eliges algo más que un animal, ¿no? Hay simbología implícita.
ResponderEliminarSeguro que tienes razón, Mila y/o Tete. Y dentro de unos días apuesto a que volveré a pensar como tú.
ResponderEliminarPero ahora sigo en mis trece. Creo que hay autores (y no me refiero a Luisa Villar, aunque su libro haya dado pie a este debate) que no se plantean simbologías, ni si el niño se va a sentir identificado, sino que simplemente piensan ¿Un cuento para niños? Animales.