Heraldos de la luz. Víctor Conde

Séfora, un ángel femenino (no vamos a discutir sobre el sexo de los ángeles) de piel negra y adicta a la cerveza y al tabaco, llega la tierra acompañada de Nínive, en busca de los tres elegidos. El poder de los demonios aumenta y parece que solo hay salvación para los ángeles si Séfora encuentra a los tres jóvenes y consigue que desarrollen su potencial. Tanya es una Lolita con un coeficiente intelectual enorme, Erik es un especialista de cine y Mauro un emo doliente que sufre una barbaridad.
La primera mitad del libro se centra en la búsqueda, a contrarreloj pues tienen que llegar antes que los demonios, de los tres elegidos. La segunda mitad transcurre en la isla volcánica de Santorini, el lugar donde encuentran a Mauro. Allí conseguirán desarrollar parte de su potencial y se enfrentarán a un importante demonio. Aunque el tema del libro no sea muy original, Víctor Conde consigue agarrarte con su prosa visual y potente, con su sentido del humor (esas bibliotecas del infierno llenas de libros de Dan Brown y Stephenie Meyer) y con su ritmo, que va en aumento durante toda la novela hasta llegar a la batalla final, que me parece lo mejor del libro. Quizá queden un poco desangelados algunos personajes, y haya momentos un poco facilones, como el diálogo sobre el súcubo justo antes de que se manifieste, pero el balance es muy positivo. Si el resto de la trilogía mantiene el nivel, estaremos ante una obra importante.