26 abril 2008

Toda una vida

Como mi padre está muy liado cuidándome, he pillado su clave de blogger y me he metido para poneros al día de todo. Cuando se entere, me castra.
Hace dos semanas que asomé la cabeza a este mundo. Ya es toda una vida. Y creo que es el momento oportuno para echar la vista atrás y hacer un repaso. Me cuentan que al principio era incluso más pequeño que la punta de un alfiler, que luego posaba muy bien para las ecografías: ahora me recuesto de medio lado, ahora ofrezco mi mejor perfil... que hacía números de natación sincronizada en el líquido amniótico y que cuando me daba hipo, parecía que había un terremoto en la tripa de mi madre.
Me lo tienen que contar porque de esa etapa no tengo recuerdos muy nítidos.
El parto fue más o menos rápido, o al menos eso dicen, porque a mí se me hicieron muy largas las cuatro horas de ejercicios de contorsionismo. Pero por lo visto, los hay mucho peores, así que no me quejaré.

Nada más nacer, tienes algunas responsabilidades que no tenías en la tripa: respirar, hacer funcionar el intestino (cagar, para entendernos), mover el cuerpo sin la facilidad de estar sumergido... ah, y también tienes la obligación de poner caras graciosas para que las visitas se vayan contentas.
Son todas responsabilidades muy serias y que exigen un gran esfuerzo, por lo que me veía obligado a dormir en cuanto veía que me daban un respiro.

Mis padres al principio no sabían cogerme bien (ahora tampoco es que sean unos expertos). Se deben creer que soy como un castillo de naipes, que me puedo desmoronar con un soplido, pero yo soy más fuerte de lo que creen y de vez en cuando se lo demuestro lanzándoles todo tipo de golpes con las manos y los pies. En cuanto acercan su cara a la mía, zas, les calzo un tortazo. Espero que no me denuncien por malos tratos.
A los tres días, vi que empezaban a no hacerme todo el caso que yo requería y decidí tomar medidas drásticas. Tuve una bajada de azúcar, que me obligó a estar cinco días en la unidad de Neonatología del Clínico. El susto que se llevaron mis padres fue importante, pero mi chantaje sentimental surtió efecto, me querían mucho más. La familia me podía ver a través de una cristalera y cada tres horas podía pasar mi madre para darme teta.
En Neo estuve de maravilla, las enfermeras se disputaban el puesto de más encantadora, y tenía unos compañeros de cuna con los que me entendía perfectamente. Cuando uno se arrancaba por bulerías, los otros le seguían. Parecíamos los 3 tenores, sobre todo cuando teníamos hembre. Por cierto, que gané el concurso de Mister Neonatología 2008, pero no sé si me convalidarán el título porque el jurado estaba compuesto por mi madre y mi padre. Aunque ellos juran que la elección ha sido imparcial y objetiva.

A los 5 días comprobaron que no volvía a tener bajada de azúcar y me devolvieron a casa. No voy a tener secuelas ni necesito que pasar ningún control posterior, es algo pasajero que, igual que ocurre, deja de ocurrir. Así que estoy contento, al menos me ahorraré unos cuantos pinchazos.
Hay muchas cosas que me gusta hacer en casa: llevar la contraria a mis padres (dormir cuando hay que comer, y querer comer cuando hay que dormir), hacer notar a gritos que hay un vecino nuevo en el edificio... pero con lo que realmente me divierto es meando a los que me cambian el pañal. Suelo esperar a que me lo quiten para disparar. Puedo ver el miedo en sus caras cuando mi cola se mueve apuntándoles. A veces me falla el tiro y termino meándome yo mismo (tengo que entrenar la puntería) o meando todo lo que me rodea. En esos momentos mi padre me llama Manneken Pis, no sé por qué, porque yo me llamo Marcos.
En fin, que estas son las primeras líneas de mi biografía. Me imagino que cuando mi padre se entere de que he usado sus claves para meter este tema, se cabreará y las cambiará para que no pueda volver a usarlas. "¡Este es un foro de LIJ!", me repetirá, "no de crónica social". "Ya, papá, y yo soy el lijero más ligero del blog", terminaré su frase porque ya me la sabré de memoria.
Pero qué queréis que os diga, el cuerpecillo me pedía una entrada como esta. Le prometeré a mi padre que no lo volveré a hacer, él se lo creerá y todos felices.

10 comentarios:

  1. Pero qué monada este Marcos...y que bien escribe ;-) es que tiene a quien salirle...Lo que yo digo, que vino con libro debajo del brazo...

    Un besazo para Marcos y para sus papás!!

    ahh, papá de Marcos, espero que ya le estés educando el oído al nene, mucho Boss y mucho Quique González :-)

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  2. ¡Di que sí, Marcos, muy buena entrada! Estás de un rechonchito... Muy guapo :)
    Saludos,
    Tanakil.

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  3. Es evidente que con lo guapo que es se ve a quién ha salido... eso sí, en escribir ya supera a su padre porque cuando deje de aporrear las teclas va a ser un hacha a lo Juan Manuel de Prada o mejor XD.

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  4. Enhorabuena por la llegada de este Marcos tan guapo. Me da que es de los que vienen dando guerra. Me ha gustado mucho el post.

    Un besote,

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  5. ¡ENHORABUENA PAPI!
    Me alegro que lo del azúcar haya quedado en un susto y pronto en el olvido.

    ¡Felicidades a la pareja y bienvenido al pequeñín!

    ^.^

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  6. A pesar de la bajada de azúcar, yo lo veo muy dulce. Y¡qué arte tiene Marcos escribiendo!

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  7. A tres generaciones de los Gómez Cerdá, nos ha encantado la entrada de Marcos.

    Un beso a los tres de la abuela, Lola y Raquel.

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  8. Este chico viene dando guerra ya desde pequeño, promete mucho!
    ánimo a los papás!
    ;)

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  9. Hay que ver qué bien escribe ♥♥ enhorabuena al papá jajaja. Un beso.

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  10. Gracias a todos. Los piropos han sonrojado mi mofletuda cara. Y no puedo escribir más, que se acerca mi padre y tengo que hacerme el dormido.

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