
Hace unos días salió un artículo en el periódico argentino Clarín:
Los escritores serios se divierten con libros para chicos, desafortunado titular que días después ha contestado Andrea Ferrari (autora de El complot de las flores, café solo, Aunque diga fresas...) en el diario Página 12:
Poco serios.
Para los que no queráis leer los dos artículos enteros, copio partes:
Los escritores serios se divierten con libros para chicos:
"Resulta sorprendente encontrar en los estantes dedicados a la literatura infantil de las librerías nombres como José Saramago,
Paul Auster o John Irving. Como también autores argentinos que históricamente han trabajado textos para adultos. Como Griselda Gambaro,
Mempo Giardinelli, Marcelo Figueras o Santiago Kovadloff.
(...)
Según los editores se trata de un fenómeno de causas múltiples: el crecimiento sostenido del género, una necesidad de conectarse con la propia infancia, un reconocimiento del género. Se ve menos como subliteratura o pseudoliteratura.
(...)
En los catálogos de las editoriales también encuentran reediciones de grandes autores argentinos que también les escribieron a los niños como Silvina Ocampo, Osvaldo Soriano y extranjeros como Aldous Huxley o Clarice Lispector.
(...)
'Puede explicarse porque los libros infantiles se están vendiendo muy bien. A muchos autores de literatura para adultos esto los sorprende y hasta les da envidia.'"
Poco serios:
"Sucede con llamativa frecuencia. Los que nos dedicamos a la literatura para chicos, solemos toparnos con comentarios de este tipo:
–Qué lindo librito. ¿Y después pensás escribir para adultos?
(...)
A los ojos de mucha gente, la literatura infantil parece ser algo parecido: un escalón, una etapa intermedia en el camino hacia el punto más alto, que sería la literatura para adultos.
(...)
La nota del diario Clarín comentaba que muchos autores reconocidos por sus obras destinadas al público adulto publicaron recientemente libros infantiles. El título decía así: “Los escritores serios que se divierten con libros para chicos”. Hay que decir que las muy razonables opiniones expresadas en la nota iban en un sentido diametralmente opuesto. Pero lo que a mí me llamó la atención fue el título. Pensé que de ahí se desprenden rápidamente dos cosas:
1) Los escritores de libros infantiles no son serios.
2) Los escritores “serios” escriben para chicos cuando quieren “divertirse”.
(...)
Teniendo pocos años en este campo, a mí la cosa no deja de asombrarme. Creo que como periodista siempre me tomaron más seriamente. Nunca nadie me planteó, por ejemplo, si en el futuro tenía pensando escribir editoriales o montar una emisora de radio. Al parecer, ser periodista es serio y es suficiente.
(...)
pensándolo bien, creo que los que nos dedicamos a escribir para chicos podríamos reivindicar nuestra falta de seriedad. Al final, no la pasamos tan mal. Porque parece que los escritores de literatura adulta se rompen la crisma toda la vida para producir sus obras y sólo cuando tienen un rato, y quieren divertirse, se mandan un libro infantil. En cambio nosotros estamos dele divertirnos con lo nuestro todo el día. Lo que no parece ser muy malo."