El tren más viejo, lento y reumático del mundo cuenta con la ayuda del maquinista don Zenón y de tres duendes muy trabajadores, Cha, Ca y Pun, que desclavan los raíles por detrás, una vez pasado el tren, y los clavan por delante, abriéndole camino. De esta forma puede ir a cualquier parte y alcanza velocidades de hasta ocho kilómetros por día. Pero los maquinistas de los veloces y ultramodernos trenes están hartos de cruzarse con él, de ver ese desprestigio traqueteante e intentarán retirarlo de la circulación. Los "entendidos" darán la solución: meterlo en el Museo del Ferrocarril, jubilar a Don Zenón y despedir a Cha, Ca y Pun... Pero un tren y unos protagonistas como los de esta historia no han nacido para estar parados.
Una delicia, como las otras historias de Alfredo Gómez Cerdá en las que los trenes aparecen con un papel importante: las infantiles Macaco y Antón y El tren saltamontes y la juvenil Sin billete de vuelta.
Mención especial a las alegres y coloridas ilustraciones de Paz Rodero y a la cuidada edición de la colección por parte de Macmillan, por encima de lo que es habitual.
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