Agustín Fernández Paz a Mariasun Landa
¿Cuánto hay de una autora como tú en tus libros de ficción?
Se ha hablado y escrito mucho sobre las funciones de la Literatura Infantil y Juvenil, de la forma y conveniencia de escribir para esos receptores tan específicos, pero muy poco de cómo esa literatura puede vehicular el mundo imaginario del autor, su necesidad de autoconocimiento, de expresión y comunicación. La forma que se vale de ella para adentrarse como un extraño, como un extranjero en el País de Sí Mismo. Y al afirmar esto, pienso en Lewis Carroll, en Antoine de Saint Exupéry, en James Barrie...¿Ves algunos puntos en común entre los autores de nuestra generación o, por el contrario, crees que cada autor tiene una red de afinidades en la que la edad apenas cuenta?
Me estoy refiriendo a la función casi terapéutica que puede llegar a tener la incursión en el territorio de la Literatura Infantil y Juvenil para cualquier autor. Hacerlo es admitir que lo que escribimos no sólo sirve a los niños y niñas sino que nos sirve a nosotros mismos, a los adultos que escribimos, a veces desde la luz y a veces desde la oscuridad.
Me explico.
Yo reconozco haber escrito narraciones desde la estancia luminosa del humor, de la aventura, de la experimentación, del absurdo y el juego. Pero, si he de ser justa, tengo que agradecer a la Literatura Infantil haberme proporcionado la ocasión de hablar desde mi oscuridad, desde esa fauna interior que ignoraba pero que me habitaba: sapos que dan saltos en mi interior cuando tengo miedo, sentimientos de inferioridad y fragilidad metaforizados en una pulga, autopercepciones de ser una elefante con corazón de pájaro y –como no- confesar que bajo mi cama suele instalarse, a menudo, un cocodrilo que acecha con devorarme. Toda una fauna interior de la que, consciente o inconscientemente, me he servido para dar cuerpo a algunas de mis historias. Una oscuridad interior que la Literatura Infantil me ha ayudado a iluminar, a dar forma a aquello que ignoraba de mi misma pero que me habitaba. Y, quizás, esa sea una de las causas de que lo que escribimos guste también a los niños o a los jóvenes, porque no son tontos y saben cuándo un autor no se encoge ni se achica para hablarles.
La edad cronológica significa haber participado en situaciones sociopolíticas y culturales semejantes. Cada uno/a ha participado de una “atmósfera” común, de un imaginario, de unos referentes, de unas utopías parecidas que están intrínsicamente unidas a una época histórica. Por eso, realmente, sí creo que nos unen ríos subterráneos, unos valores que compartimos en su día y que nos hicieron ser los que somos. Aunque cada uno/una haya respondido de forma diferente y se encuentre en ciertos momentos de su vida con afinidades fuera de la estricta cronología -¡menos mal¡- hay algo muy consolador en saber que se comparte un pasado que incide también el presente; reconocernos entre nosotros. Y, la mayoría de las veces, querernos.
Mariasun Landa a Gonzalo Moure
¿Sigues creyendo que la literatura es un arma cargada de futuro? ¿Cómo te imaginas ese futuro en el caso de la LIJ?
“Al que no le pasa nada, no le pesa nada”, escuché decir una vez. ¿Crees que el acceso al mundo de la información nos ha hecho sentir más? ¿Nos “pasan” más cosas o estamos más anestesiados?
Interesantísima la respuesta de Mariasun Landa a la primera pregunta. Además de aportar la óptica del creador (de la que tan poco se habla en el caso de la LIJ) da de lleno en el la polémica cuestión de la responsabilidad de los agentes que operan en torno a la LIJ: en el caso del autor, su responsabilidad se circunscribe únicamente a hacer buena literatura, punto. O sea, a escribir con honestidad, desde sí mismo, huyendo de recetas y veladas intenciones moralizantes... Bueno, digo yo.
ResponderEliminarDice Mariasun que la literatura le ha proporcionado la ocasión de hablar desde su oscuridad, desde esa fauna interior que ignoraba pero que habitaba en ella. Totalmente de acuerdo. A quienes también escribís no sé si os ocurre que después de plantearos una nueva historia o, incluso, después de haberla escrito, reconocéis en ella miedos o preocupaciones que, hasta entonces, eran un tanto inconscientes. Y escribir ayuda a sacarlos a la luz, a "pensarlos". ¿Os pasa también?
ResponderEliminarA mí también me ha encantado ese cambio de perspectiva que nos ha propuesto Mariasun (a la que conocí ayer en los Premios SM, por cierto). Parece que siempre tenemos que hablar de lo que aporta el escritor a la literatura, cuando lo realmente íntimo, el motor de la creación, es lo que la literatura le aporta al escritor. Y coincido con ella en que en la LIJ puede haber tantas sombras y demonios interiores como en la general.
ResponderEliminarDavid, a mí me pasa. Yo muchas veces exagero al decir que si no escribo, no pienso. Y lo que es verdad es que tus obsesiones acaban en tus libros aunque pretendas alejarte totalmente de ellas. Son difíciles de apartar.