23 febrero 2015

Cadena de preguntas: Carmen Pacheco a Alfredo Gómez Cerdá


Este tema forma parte de Cadena de preguntas

Carmen Pacheco a Alfredo Gómez Cerdá
Alfredo, "¡te elijo a ti!" (como dicen los entrenadores Pokemon) por tu larga trayectoria, tu amplia perspectiva a la hora de poder abordar esta cuestión y porque tus libros eran los únicos que me gustaban de las lecturas obligatorias del instituto. ¿Crees que el contacto permanente con los lectores que ha favorecido internet perjudica o beneficia a los autores de LIJ? ¿Esta pequeña blogosfera de blogs dedicados a las reseñas de libros españoles es un buen referente para que el autor conozca los gustos de su público o están ejerciendo demasiada presión sobre editores y escritores? Yo tengo muy clara muy opinión, pero me encantaría conocer la de alguien con verdadera experiencia.
Carmen, en primer lugar, y en nombre de mis libros, gracias. Muchos lectores me han escrito para decirme: “me mandaron tu libro en el instituto y me gustó”. Y lo dicen sorprendidos, porque a cierta edad todo lo que “manden” en el instituto tiene que ser detestable. No estoy en contra de la lectura obligada en la formación de nuestros estudiantes, como tampoco estoy en contra de los experimentos en el laboratorio, las visitas a los museos, el visionado de películas, la informática, las audiciones de música, o el “intercambio con un inglés”.

Pero no quiero alejarme del tema.

Mantengo un contacto permanente con los lectores, pero lo hago bis a bis, a través de encuentros literarios en colegios, institutos, bibliotecas y otros lugares. Es algo enriquecedor que, sobre todo, te hace no perder el pulso de la realidad –de la suya y de la tuya–.

Internet propicia un acercamiento lector-autor diferente, por lo general más espontaneo. Te encuentras a lectores con verdadero interés y a otros que te escriben por simple curiosidad o por otros motivos más superficiales o interesados. Hay que saber discernir muy bien y tratar de adivinar quién se siente “tocado” por la literatura y quién te escribe por simple mimetismo. A veces, esta forma de comunicación puede agobiar al autor. Personalmente, no encuentro tiempo para responder a todos. Intento mantener unas prioridades en mi trabajo y en mi vida, que suelen ser la misma cosa, y la correspondencia permanente –tradicional o electrónica–, la interrelación con los lectores, no se encuentra en los primeros puestos de esas prioridades por una cuestión estrictamente literaria. Y lo contrario, sería una gran equivocación.

El contacto autor-lector por internet no perjudica al primero, a no ser que este convierta la relación en una manera de promoción de sus libros y, por añadidura, de su nombre y de su persona. Las redes sociales están llenas de costaleros y muchos autores se aprovechan. Hoy nos encontramos autores que persiguen por internet al lector, que lo asedian, que lo asaltan, que le ponen constantemente en un brete…; autores esclavos de los blogs, de foros, de los book trailers –que ellos mismos hacen, o encargan–, de las redes sociales, etc. Estos autores ¿no estarán matando la esencia de la literatura? ¿No habrán equivocado su carrera? ¿No sería mejor que se dedicasen al marketing? El perjuicio evidente lo sufrirá la literatura, que se verá relegada por aspectos secundarios. Este fenómeno, además, favorece la proliferación de obras –muchas financiadas, promocionadas, distribuidas y vendidas por los propios autores– lo que significa que no hay posibilidades serias de evaluar y destacar lo que merezca la pena –que lo hay– y, a los sumo, nos encontraremos a un grupo de costaleros –volvemos a los costaleros– paseando un libro a base de músculo –solo músculo–, con unos cuantos cirios encendidos para que al menos se vea la portada.

Un riesgo del muy interesante fenómeno bloguero –al que la LIJ tiene mucho que agradecer– es que se convierta en endogámico, que se miré demasiado el ombligo y acabe siendo un caldo de cultivo de vanidades. Yo me lo guiso y yo me lo como, y todo se queda en nuestra cocina. Pero como plataforma de lanzamiento, como debate permanente, como faro, como altavoz, como desenterrador de joyas… me parece magnífico, impagable.

Y sí, claro, mucha gente podrá decirme que los tiempos están cambiando. Ni voy a negarlo ni me voy a rebelar contra este cambio; pero la literatura ha sido, es y será una línea directa, mágica y compleja, que va desde el teclado –quedaría más literario decir pluma– al alma –también quedaría más literario decir corazón–. Solo en ese instante el escritor tendrá posibilidades de hacer algo que merezca la pena. Lo demás es accesorio.

Y cuando lo accesorio se convierte en prioritario, malo, muy malo.

Los buenos editores deben ser independientes –ya sé que esto es algo que siempre se dice, pero pocas veces se cumple–. Es cierto que sobre ellos pesará una amenaza: el mercado. Si publican libros que no se venden acabarán echándolos de la editorial. Pero el buen editor es el que consigue, con la complicidad del autor, crear o ampliar el mercado. Ahora aparece el fenómeno de los blogueros, y es cuando se plantea esa presión de la que se habla en la pregunta. Consciente o inconscientemente, muchos blogueros están tratando de decirle al editor, y también al autor, dónde está el “nuevo” mercado, cuáles son los gustos dominantes, cuáles son los temas prioritarios, cómo deben ser elegidos los personajes, cuál debe ser el estilo, etc. Pero estos blogueros ¿son lectores que disfrutan con la lectura de los libros que comentan, o en realidad son aspirantes a escritores encubiertos, y por consiguiente su opinión queda en tela de juicio? Hay sombras, pero también hay luces, porque es indudable que gran parte de la crítica literaria se está haciendo hoy en día desde los blogs. Pero ser crítico literario es muy difícil. Es un trabajo que requiere una formación, una experiencia, un bagaje cultural, una responsabilidad, un rigor… extraordinarios. En la mayoría de los casos –y me centro sobre todo en los referidos a la LIJ– los blogueros emiten simples opiniones, subjetivas y arbitrarias, que no pasan de eso. Y me encanta que sea así, aunque esas opiniones me importen un bledo.

¿Cuál debe ser la postura del escritor con respecto a lo que tú, Carmen, llamas la presión de la pequeña blogosfera? Yo lo tengo muy claro –no sé si en tu línea–. Con todos mis respetos, a la hora de escribir, ni puñetero caso. Es lo que he pensado siempre que debe hacer el escritor con la crítica en general. ¿Por qué habría que tratar a los blogs de otro modo cuando en cierto modo estos pretenden asumir esa función? Reivindico y reivindicaré siempre la libertad absoluta del escritor, y la soledad a la hora de escribir. El escritor y su mundo y, como resultado, la obra literaria. Y no hay nada más. ¿Qué le importan al verdadero escritor los gustos del público?

Alfredo Gómez Cerdá a Beatriz Osés
Creo que muchos de tus poemas, de tus microcuentos, son nonsense. ¿Lo percibes así? ¿Eres consciente de ello? ¿El sinsentido acaba por darnos sentido? Si estás de acuerdo con separar lo mágico de lo fantástico, ¿cómo entiendes tú lo mágico?

2 comentarios:

  1. Ni te has enterado tu ni se ha enterado nadie. El servicio de prensa del Grupo Planeta en el cual se incluye Destino que convoca el premio Apel·les Mestres es un desastre. Y luego se quejan que la literatura infantil y juvenil no aparece en los medios!

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  2. Creo que no podría estar más de acuerdo con la respuesta a esa pregunta. ¡Me ha encantado! La suscribo pero que muy mucho.

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