18 julio 2014

Cadena de preguntas: Begoña Oro a Daniel Monedero


Este tema forma parte de Cadena de preguntas

Begoña Oro a Daniel Monedero

Dijo Rosa Regàs: “es imposible ser madre y escritora a la vez”. Tú acabas de ser padre: ¿es imposible ser padre y escritor a la vez? O, de forma más precisa, ¿crees que ser escritor de literatura infantil y padre simultáneamente es mejor, peor, indiferente o imposible?
Querida Señorita Oro, para comenzar respondiendo a su pregunta, le diré a todo que sí. No por un deseo enfermizo de asertividad, sino porque realmente creo que ser escritor de literatura infantil y padre simultáneamente es mejor, es peor, es indiferente, y es imposible.

Es mejor porque ahora veo la cara de un futuro lector todos los días, todas la horas y casi todos los minutos. Y eso ha hecho que cambie mi método de escritura radicalmente. Me explico. En estos momentos estoy en el proceso de corrección de una novela para niños. Y aunque es más literario escribir con un gato persa en las rodillas o con un perro Golden en los pies, yo escribo con mi hijo tumbado a mi lado en una alfombra azul. Es cierto que solo tiene cinco meses, pero yo confío ciegamente en su juicio como lector, y por eso cada día le leo uno de los capítulos de la novela que estoy corrigiendo. Hasta el momento las reacciones de mi hijo han sido, entre otras: Llorar, gritar, reír, regurgitar, patalear, babear y quedarse dormido. Y así, dependiendo de cada una de sus reacciones yo voy corrigiendo el texto en una dirección o en otra. Si se queda dormido, por poner un ejemplo, se que tengo que añadir algo de emoción a esa parte del texto. Si se ríe, veo que no voy por mal camino cuando se trata de un pasaje humorístico. Cuando regurgita, en cambio, todavía no sé qué me quiere decir o señalar o hacer notar. ¿Quizá que se trata de un texto de difícil digestión? No lo sé. Todavía estoy meditándolo.

Es peor porque ahora cuando las visitas llegan a casa ya no dicen: “Qué libro más bonito has escrito” sino “Qué hijo más bonito tienes”. Lo que me hace desear tener muchos hijos bonitos en lugar de escribir muchos libros bonitos. Y eso es peor para la literatura. Claro. Mucho peor. Dónde va a parar.

Es indiferente porque uno tiene que escribir siempre y como sea. Sirva una reveladora anécdota que contaba el escritor Andrés Trapiello en una entrevista para la revista Jot Down. Decía que un día se quejaba a su amigo Carlos Pujol de no tener tranquilidad para escribir, porque sus hijos pequeños no dejaban de hacer ruido, reclamar su atención e interrumpirlo. Y Carlos Pujol le vino a decir que si no era capaz de poder escribir con ruidos e interrupciones, debería dejar lo de ser escritor. Porque el escritor ha de escribir donde esté y como pueda.
Estoy totalmente de acuerdo con ello. A lo mejor ahí se esconde mi verdadera respuesta. Pero a lo mejor no. Nunca se sabe. Tampoco hay que olvidar que el escritor es un ser de excusas. No escribo porque no tengo tiempo, no escribo porque no tengo silencio suficiente, no escribo porque no tengo una casa en el mar, no escribo porque tengo un hijo, no escribo porque la CIA me persigue para matarme, etc… Si utilizásemos toda esa creatividad para fabular historias en lugar de para justificarnos quizá seríamos mejores escritores. Pero quizá no. Nunca se sabe.

Es imposible porque… ¿A eso respondí que sí en principio? Pues no. No es imposible. Es posible ser escritor de literatura infantil y tener un hijo. Incluso es posible ser escritor de literatura infantil y tener en casa una iguana o un cactus. Yo tengo tres. Lo que no sé si es posible es ser escritor de literatura infantil y tener en casa un elefante asiático o un tigre de bengala. Pero algún día lo probaré y entonces tendré la respuesta exacta.

Espero, admirada Señorita Oro, haber respondido a su pregunta. Y espero también que un día me invite a un Gin Fizz o a un viaje en Transiberiano. Eso.

Daniel Monedero a Carmen Pacheco

Carmen, antes de formular mi pregunta, te diré que yo además de escribir libros para niños me dedico a escribir guiones para series de televisión desde que comencé a trabajar en la serie Siete Vidas. Y siempre tengo que responder a la pregunta de qué diferencias hay entre una labor y la otra. Así que había pensado plantearte a ti la misma cuestión respecto a tus libros para niños y tus guiones para cómic o tus artículos. Pero como a mí me da rabia que me hagan esa pregunta he decidido hacerte otra. Ahí va. Hace ya veinte años un escritor español decía que muchos de sus colegas de profesión en España escribían como si no existiera la televisión, ¿tú crees que se pueden escribir libros para el público infantil y juvenil hoy en día como si no existiera Internet? Y acotando un poco más la pregunta, ¿crees que de algún modo Google, Facebook, Twitter, Instagram, etc... debería modificar la manera de narrar historias para niños y jóvenes? ¿Tú lo tienes en cuenta? ¿Sí? ¿No? ¿Quizás? ¿Depende? ¿Qué piensas al respecto?

2 comentarios:

  1. Querido Monedero:
    Le diré que he leído su respuesta y me he reído y he asentido y he inclinado la cabeza hacia la izquierda y al final me he tirado un sonoro eructo, lo que bien podría interpretarse como la máxima expresión de satisfacción.
    Le invitaría a un Gin Fizz ahora mismo pero es que acabo de escapar de la CIA y ahora no está mi hijo y estoy aprovechando para escribir un libro porque lo que es yo, a veces sí encuentro un poco imposible escribir y ser madre. En cuanto acabe, le hago llegar mi invitación o, si acabo pronto, el pasaje para el Transiberiano. ¿Admiten niños en el Transiberiano?

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  2. Me alegro que haya disfrutado con la respuesta, querida Oro. En cuanto pueda recogeré ese pasaje para el Transiberiano. Y creo que sí, que se puede ir con niños, con cabras, incluso con violinistas checos. Pero casi mejor les dejamos a los niños en el tren de la bruja y vamos solos. La verdad es que escribí esta respuesta ya hace un par de meses, y quizá ahora habría algo que matizar. Lo cierto, como usted dice, es que a veces tiene su complicación sí, ser padre, o madre, y escribir. Casualmente hoy me he encontrado en El País con esta dedicatoria, de un libro de Josep H. Rotman, que para mí ya es la mejor del mundo mundial: “A mi esposa Marganit, y a mis hijos Ella Rose y Daniel Adams, sin los cuales habría podido acabar este libro dos años antes”.

    Eso.

    Daniel Monedero.

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